Obra: Mi vida
Papel: Un jugador más, en un juego de tronos en la vida de un asalariado — mejor dicho, una desempleada, tercermundista, con una familia terca y con tendencia a la negatividad.
A.K.A: una cifra más en el DANE, un número más en el infinito de posibilidades que nunca fueron.
Me cuestiona mucho cómo viajar en el tiempo. Tal vez para corregir errores del pasado, para tener mejor suerte —la búsqueda de la buena suerte es un tema recurrente en mi blog—.
Me encantan las series y los libros sobre viajes temporales. Mi saga favorita (guiño): Outlander. Me vi cada episodio, me leí cada libro. Esa sensación, ese no sé qué de tener posibilidades… es ummmm, adictivo. La mezcla del pasado con Frank, del futuro con Jamie, pero a la vez Jamie es pasado y Frank espera en el futuro…
¿Cómo se puede viajar a través del tiempo?
Depende de si quieres ir al pasado o al futuro.
Desde este presente, uno viaja a donde quiere:
Mientras soporta humillaciones, malos tratos, complots, compañeros ponzoñosos, quejumbrosos, pobreza, el metro en hora pico, créditos que no se acaban aunque pagues mes a mes.
¿Eso significa que estoy entregada a la vida?
¿Que no hay nada mejor que pueda ofrecerme?
La respuesta: Imagina una vida donde todo es perfecto. Donde no hay guerra, ni dolor, ni hambre.
¿Cómo? Viaja con tu imaginación.
¿A dónde? Al pasado. Al futuro.
El pasado:
La comida, la música, las películas, las historias de un mundo que existió antes de que yo naciera.
Ejemplo: cuando la familia dice «antes éramos ricos, pero llegó la violencia y se lo llevó todo», y el primer pensamiento es:
¿QUÉÉÉÉ? ¿¡Pude haber tenido una vida más cómoda y me la robaron!?
El futuro:
Leer Vogue religiosamente cada mes (aunque eso signifique privarse de comprar algo necesario), soñar despierta con ganar el Baloto y distribuirlo según el estado de ánimo: “Pago mis deudas, hago esto, hago lo otro…”.
Decir frases como: “Si no me hubiera pasado esto, estaría haciendo lo otro…”
(Aquí viajo con el pasado perfecto, mezclado con el pasado continuo.)
¿Viajar, transitar, conocer…? ¿Eso es la vida?
¿Viajo por el dolor, transito por la rabia, conozco la decepción…?
¿O viajo por la alegría, transito por el goce del momento, conozco lo efímero del bienestar, lo agarro con las uñas y no lo dejo ir…?
¿Eso es la vida?

El pasado es nostálgico, no nos deja disfrutar el presente y empaña el futuro.
No se cierra porque está hambriento de justicia, de un bienestar merecido y robado.
El presente se quema en el pecho, no se extingue, arde.
Y el futuro… depende del pasado y del presente, porque se supone que debe ser mejor.
Está obligado a serlo. Si no, sentimos que todo el esfuerzo por romper las cadenas —de pobreza, de indiferencia, de invisibilidad— fue en vano.
Cómo olvidar las métricas de éxito que nosotros mismos nos imponemos.
Y así, cada día, nos auto-decepcionamos.
Porque ponemos la vara muy alta.
Porque creemos en milagros, pero en milagros materiales, no espirituales.
No puedo disfrutar esta etapa de mi vida si no sé moverme en el juego de la vida.
No sé las reglas.
No sé cuándo sacar la tarjeta roja o fingir una lesión para salir del campo, tomar un respiro, sanar, vivir según mis expectativas.
Esto nadie lo enseña.
Nadie lo lee, lo aprende, lo transmite.
No pasa de generación en generación.
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