Queridos lectores, hoy escribo con rabia.

Como muchos saben, en este momento no tengo trabajo. Estoy buscando formas de generar ingresos a través de plataformas digitales —algo que ya es normal en estos tiempos de hiperconexión y digitalización.
Lo que nadie te dice es que tu información personal queda expuesta, vulnerable a cualquier persona malintencionada que tenga el conocimiento para hacerte daño.

Esta vez me pasó a mí.
Alguien que lucha cada día por salir del pozo en el que se encuentra. Alguien que, aunque nació en 1995 y técnicamente es parte de la generación Z, no sabe hackear ni tiene conocimientos avanzados de tecnología. A duras penas navego por internet. Sé lo básico para la vida digital de alguien común.

Y hoy me están chantajeando por medio de mi correo electrónico.

Me siento mal. Se están aprovechando de mi situación, de mi vulnerabilidad.
No suelo hacer este tipo de publicaciones, pero en serio: estoy mal.

Intenté denunciar el delito por la vía legal, en la página de delitos informáticos. No sé qué hicieron, pero ahora mi computador ni siquiera puede abrirla.
Esto me arruinó el día. Me hizo sentir aún más indefensa.

Estoy a un paso de convertirme en una Karen gritona, llorando y haciendo escándalo… y eso ya, de por sí, es tocar fondo.

Nota: Accedieron a mi correo y me enviaron un correo a mi misma, para que no los pueda rastrear.

Posted in

Deja un comentario